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El decálogo de Stephen Vizinczey
Si todo ser humano debe de tiempo en tiempo medirse con los
bíblicos Diez Mandamientos ya sea para evaluarse a si mismo, ya sea para
evaluar la conducta de otros, este imperativo gravita con superior peso en
el caso de los escritores.
Incluso en estos tiempos en los que una página literaria interesa mucho
menos que los huecos llamados del WhatsApp.
De aquí que las minorías que aún se apasionan con algún libro deben
escuchar las prescripciones de Vizinczey.
Cabe anticipar palabras sobre este escritor húngaro que adoptó la
ciudadanía canadiense.
Nació en 1933 en tiempos en los que en su país oteaba un futuro incierto.
El marxista George Lukács fue uno de sus principales maestros.
Apegado a las lecciones que éste le diera, Vizinczey se distanció de la
doctrina y praxis comunistas que Moscú intentó imponer a su país.
En el curso de los años militó activamente en las filas de la Revolución
Húngara de 1956; y al fracasar se refugió en Canadá sabiendo
