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Caín y la agónica protesta de Saramago
Múltiples son las lecturas del texto bíblico.
Algunos ponen acento en la palabra de Dios que habría creado el mundo y
sus moradores como prueba y expresión de su eterna e ilimitada presencia.
Acto que obliga la humana gratitud más allá de nuestra finita condición.
Otros indican que el texto exhibe párrafos de singular valor literario que en
sus múltiples idiomas obliga la prolija atención.
En mi perspectiva el texto bíblico enciende la imaginación al tiempo que
conduce a enhebrar reflexiones y fantasías.
El Caín de Saramago (1922-2010) 3por ejemplo- es reflejo y expresión de
ella.
Adam y Eva aquí aparecen como los únicos habitantes de un planeta que
aún debe resolver qué es y hacia dónde se encamina.
El señor 3 para el escritor no merece la mayúscula 3 conoce el tedio cuando
observa el cotidiano y pasivo hacer de las dos criaturas que deambulan por
el imaginario paraíso.
Para obligarlos a pensar resuelve meterles
