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Camille abandona entonces la casa paterna y se entrega sin frenos a
Rodin. Y éste será a la vez protector, amante, amigo y pecador.
Se revela Camille así con y por él.
Acto que la distancia de su hermano Paul, figura ya celebrada en los
medios parisinos.
Las esculturas de Balzac y Víctor Hugo eran obras de Paul. Y en alianza
con Camille su hermano multiplica el número y la variedad de sus obras en
tanto que ella atina a forjar su propio y singular estilo obligando hablar a
mármoles dormidos.
Hacia una atrevida aventura
Para Rodin y para Camille se abrió así un periodo de mutua creatividad.
Los modelos de la antigua Grecia y Roma, los apuntes de Dante, las
tensiones de la modernidad: temas que inspiraron el hacer de la encendida
pareja.
Y múltiples esculturas en bronce y mármol pusieron al desnudo y con el
desnudo las humanas pasiones.
Así, el vals y la flautista exhiben impulsos y deseos entonces apenas
tolerados por la cultura católica y la institucionalizada hipocresía.
Durante doce años de inflamada convivencia con Rodin, Camille imprime
formas singulares a las imágenes que le interesan.
Modelará incluso un perfil del propio Rodin además del perfil
de Sakuntala, mitológica figura hindú a la cual el rey Dusyante le pide
perdón por ignorar a su hijo.
Le siguieron obras como El Vals, La flautista y, al fin, Clotho que borda las
angustias de la muerte.